Parte final testimonio personal Oveja Agradecida
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testimonio personal |
Deseo destacar la siguiente experiencia, la cual sirve para comprobar que si en efecto aquí en la tierra nos dan galardones por el buen comportamiento, debemos estar seguros que son ciertos los galardones que Dios nos tiene en el cielo. Esto lo comparto, porque fui galardonada por haberme portado “bien” cuando viví en California. ( 3 larguísimos años en U.S.A.)
Sucedió que estando en el trabajo, cayó una llamada desde Estados Unidos (septiembre 1975) era mi hermana quien me invitaba a que la fuera a visitar, me pidió que le pasara la llamada a mi jefe, para pedirle de favor que autorizara mi ausencia por un mes (ella había sido también empleada de esa Empresa en su juventud, antes de partir a Estado Unidos) y también me hizo saber que había planeado darme ese viaje como un premio por la buena conducta durante mi estancia y se acordaba que nunca me queje por ciertas limitaciones que tuve que pasar, pues su trabajo como obrera se lo impedía y en esos momentos contaba con un título profesional y su vida había cambiado y quería que conociera su nueva casa. No puedo relatar en su totalidad esta experiencia y solo concluyo diciendo: Dios usó a mi hermana para que pasara un mes inolvidable, me llevó a conocer, lugares muy preciosos de San Francisco y fuera de esa ciudad.
Para ir concluyendo, solo quiero referirme que cuando ya tenía seis años de estar laborando, mi actual esposo llegó a trabajar como contador, cuando mi hermana me invitó a hacer el viaje en el mes de Noviembre de 1975 ya era novia de él, por cierto, como novio, no estuvo de acuerdo de que me fuera, pues me comentaba que tenía el presentimiento que me iba a quedar. Me casé con él un 14 de febrero de 1976.
Qué ironía , mientras estuve soltera, no pude congregarme en una iglesia cristiana pues mi mamá me dijo que si vivía bajo el mismo techo no me daba permiso de ir a otra iglesia que no fuera católica, el casamiento tuvo que efectuarse por la iglesia católica, pues él era “católico”, entre comillas, pero sólo asistimos a la iglesia el día de nuestra boda, y de vez en cuando asistíamos a misa, porque nuestros hijos estudiaron en un colegio marista, San Luis, pero no tuvimos ni el compromiso ni la visión de que Dios fuera el centro de nuestras vidas, y me olvidé de las enseñanzas que recibí .
Nuevamente Dios me volvió a buscar, El sí mantuvo su fidelidad; pues tenía casi tres años de casada, y me invitaron a asistir a la iglesia cristiana Peniel. Cuando el Pastor hizo la invitación de aceptar a Cristo, pasé al frente. Parecía que estaba jugando al evangelio, ésta vez no iba a tener problemas para congregarme, pues mi esposo me daba permiso, pero sucedió que mi corazón tenía otras disposiciones, muchos entretenimientos, que me alejaban de hacer tiempo para lo espiritual, no caí en problemas de tener una vida de libertinaje, no fume, no tomé alcohol, sino que simplemente me enfrasque en ver novelas, ir al cine. Esa fue mi oportunidad para acercarme del todo a DIOS. y no lo hice! Me buscó cada diez años: 1957, 1967, 1977 y en el año de 1986, fue la cuarta vez que pasé al frente de un altar para aceptar a Cristo, y esta vez fue la definitiva:
Las consecuencias por no haberme ocupado de mi vida espiritual se comenzaron a dar en mi matrimonio sin la guía de Dios, un barco a la deriva se hunde, y estábamos a punto de separarnos definitivamente, (ya nos habíamos separado en varias ocasiones).
Una tarde, cuya fecha jamás olvidaré, clamé a Dios desde la ventana de un bus, y le dije a Dios que ya había tomado la decisión de que me separaría de mi esposo y que le pedía el favor me ayudara quitándomelo de mi corazón, porque lo amaba mucho, y sabía que no iba a soportar esa separación, o si no, que también sabía que El lo podía transformar en un hombre nuevo y que si El quería , me hiciera ese milagro, y me lo regresara mejor que cuando lo conocí.
Esta petición se la estaba haciendo con entendimiento y conocimiento de la Palabra, pues en un estudio bíblico, se me mostró el ejemplo donde el corazón de Saúl fue cambiado por Dios y está escrito en el primer Libro de Samuel, Cap. 10: 6, donde el profeta Samuel le dice: ”Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder y profetizarás con ellos y serás mudado en otro hombre”, también había asimilado por medio de la Palabra, que lo celos son podredumbre de los huesos, esto lo dice el Libro de los Proverbios capítulo 14 verso 30 y le pedí a Dios que me ayudara a no celar más a mi esposo y me respondió, dejé de ser celosa y fue tan radical el cambio que mi esposo lo notó y tenía curiosidad del porqué de mi cambio, y solo faltaba que él pusiera de su parte para caminar juntos en el temor de Dios.
Mi petición fue escuchada por Dios, a la hora y media después de bajarme del bus, y llegar a mi casa, mi esposo ya había sido tocado por Dios, y me dijo que quería hablar conmigo algo bien importante para los dos y que yo tomara la decisión de dejarlo o darle una última oportunidad y sentí una sensación donde me decían que todo lo que mi esposo me iba a decir era verdad y que sólo lo escuchara y no lo interrumpiera y que le creyera. Dios decidió hacerme el milagro donde le pedí que cambiara a mi esposo, quien comenzó la plática pidiéndome perdón por qué me había hecho sufrir tantos años (quiero aclarar que cuando habló de sufrimiento, se refería en lo sentimental, no a maltrato físico) y me dijo que había notado un gran cambio en mi comportamiento, había dejado de reclamarle sus llegadas tardes, aun sus ausencias, y que si le daba una última oportunidad para seguir juntos, que buscáramos una iglesia evangélica para que Dios guiara nuestro matrimonio y con esa promesa, acepté, teniendo la seguridad que Dios había dado el primer paso y era encaminarlo para su transformación. Empezamos una nueva vida, sin pleitos bobos, de mi parte le demostré una plena confianza a tal grado que él se volvió un esposo hogareño. Mi suegra tuvo mucho que ver en que buscáramos a Dios, fue ella quien nos aconsejaba y nos enviaba personas que nos evangelizaran, lamentablemente ella se congregaba con los Testigos de Jehová y aunque mi esposo me dio permiso para que acompañara a su mamá a las reuniones, mi corazón me decía que no era el camino correcto y nunca acepté esa doctrina, mi esposo siempre rehusó las cosas de Dios, y llegó el momento en que dejaron de visitarme para continuar dándome estudios, así que, en días de Semana Santa que mi esposo estaba de vacaciones, le comenté que ya no iban a llegar a darme doctrina los Testigos de Jehová, debido a que no les acepté a bautizarme con ellos y que me entristecía porque ya no podría seguir estudiando la biblia, y he aquí de nuevo Dios interviniendo en mi vida, mi esposo me hizo saber que si eso me entristecía, me podría acompañar a una iglesia, siempre y cuando no fuera católica, y me dijo que él siempre había tenido curiosidad por entrar en una iglesia que estaba por la farmacia Binder, cerca del cuartel (1ª. Iglesia Bautista) y tomamos la decisión de ir el Domingo de Resurrección, y allí nos terminamos congregando (1986).
Mi petición fue escuchada por Dios, a la hora y media después de bajarme del bus, y llegar a mi casa, mi esposo ya había sido tocado por Dios, y me dijo que quería hablar conmigo algo bien importante para los dos y que yo tomara la decisión de dejarlo o darle una última oportunidad y sentí una sensación donde me decían que todo lo que mi esposo me iba a decir era verdad y que sólo lo escuchara y no lo interrumpiera y que le creyera. Dios decidió hacerme el milagro donde le pedí que cambiara a mi esposo, quien comenzó la plática pidiéndome perdón por qué me había hecho sufrir tantos años (quiero aclarar que cuando habló de sufrimiento, se refería en lo sentimental, no a maltrato físico) y me dijo que había notado un gran cambio en mi comportamiento, había dejado de reclamarle sus llegadas tardes, aun sus ausencias, y que si le daba una última oportunidad para seguir juntos, que buscáramos una iglesia evangélica para que Dios guiara nuestro matrimonio y con esa promesa, acepté, teniendo la seguridad que Dios había dado el primer paso y era encaminarlo para su transformación. Empezamos una nueva vida, sin pleitos bobos, de mi parte le demostré una plena confianza a tal grado que él se volvió un esposo hogareño. Mi suegra tuvo mucho que ver en que buscáramos a Dios, fue ella quien nos aconsejaba y nos enviaba personas que nos evangelizaran, lamentablemente ella se congregaba con los Testigos de Jehová y aunque mi esposo me dio permiso para que acompañara a su mamá a las reuniones, mi corazón me decía que no era el camino correcto y nunca acepté esa doctrina, mi esposo siempre rehusó las cosas de Dios, y llegó el momento en que dejaron de visitarme para continuar dándome estudios, así que, en días de Semana Santa que mi esposo estaba de vacaciones, le comenté que ya no iban a llegar a darme doctrina los Testigos de Jehová, debido a que no les acepté a bautizarme con ellos y que me entristecía porque ya no podría seguir estudiando la biblia, y he aquí de nuevo Dios interviniendo en mi vida, mi esposo me hizo saber que si eso me entristecía, me podría acompañar a una iglesia, siempre y cuando no fuera católica, y me dijo que él siempre había tenido curiosidad por entrar en una iglesia que estaba por la farmacia Binder, cerca del cuartel (1ª. Iglesia Bautista) y tomamos la decisión de ir el Domingo de Resurrección, y allí nos terminamos congregando (1986).
Quien puede negar que solamente Dios es capaz de obrar de esa manera? Quien si no Dios puede poner palabras en la boca de un hombre que no quiso buscar a Dios cuando se lo presentaron, y hacerlo que diga que va acompañarme a una iglesia!!, porque nos evangelizaron, aunque de forma equivocada, pero lo hicieron y él no quiso nada; y ahora el encaminaría sus pasos hacia una iglesia?, díganme, ¡Cómo no voy a estar agradecida con Dios! Si El restauró mi matrimonio.
Dice la Biblia en el libro de los Proverbios (14:1) “La mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la derriba.” Es tan atinada la palabra de Dios, que si nosotras las mujeres supiéramos estas cosas indicadas en la Biblia, no pasaríamos problemas en los matrimonios, y de haber problemas, la Palabra de Dios nos enseña cómo resolverlos, pero no, actuamos como necias y nos dejamos llevar muchas veces por consejos de amigas o tomamos ejemplos de las telenovelas, creyendo que es la forma correcta de proceder, mas estas cosas nos llevan a la deriva, al fracaso, a la desesperación, porque el enemigo está de por medio, queriendo destruir lo que Dios ha dejado instituido como sagrado, me refiero al matrimonio, al cual la mayoría llegamos sin poner a Dios en medio para que lo santifique y lo guarde.
Dios instituyó el matrimonio, no quiso que el hombre estuviera solo y dijo Dios “No es bueno que el hombre esté sólo, le haré ayuda idónea para él” Gen. (2:18); “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Gen. 2:24), al ser una sola carne, ya no se piensa como dos, sino como uno, sin egoísmo, compartiendo cada uno lo mejor de sí para dárselo al otro y complementarse, y sólo de esa manera el matrimonio funciona mejor, pues no sólo no hay egoísmo, sino que tampoco hay envidia, ni secretos, pues son uno, para que no se rompa esa unión.
La siguiente fecha que escribo es la fecha donde me definí para ser hija de Dios, acepté con plena convicción al Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador, el 20 de Septiembre de 1986, seis meses después de haber llegado a la iglesia y estarme congregando, esta vez no lo hice cuando el Pastor hacía la invitación de aceptar a Cristo, me acordaba que cada vez que lo aceptaba no le daba continuidad a mi vida espiritual y ese día, desde que desperté me dije. Hoy voy a pasar a aceptar a Cristo y sucedió que se llegó el momento en que el Pastor siempre hace la invitación y ese domingo no lo hizo y sin embargo, yo me levante y me dirigí al altar; el Pastor al darse cuenta de mi iniciativa dijo: la hna. Bertha acaba de escuchar la voz de Dios, y está obedeciéndola. ¡Qué momento tan especial!
Como no estar agradecida con Dios!, primero, sus cuidados a mi vida, en mi niñez, mi adolescencia y juventud; luego la restauración de mi matrimonio; la conversión de mi esposo al evangelio, el que mis hijos se hayan entregado a Dios desde que eran unos niños, todo esto no es más que una muestra del poder de Dios. El que mi esposo, tuviera un encuentro genuino con la persona de nuestro señor Jesucristo trajo muchas bendiciones espirituales a nuestro hogar.
Dice la Biblia en el libro de los Proverbios (14:1) “La mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la derriba.” Es tan atinada la palabra de Dios, que si nosotras las mujeres supiéramos estas cosas indicadas en la Biblia, no pasaríamos problemas en los matrimonios, y de haber problemas, la Palabra de Dios nos enseña cómo resolverlos, pero no, actuamos como necias y nos dejamos llevar muchas veces por consejos de amigas o tomamos ejemplos de las telenovelas, creyendo que es la forma correcta de proceder, mas estas cosas nos llevan a la deriva, al fracaso, a la desesperación, porque el enemigo está de por medio, queriendo destruir lo que Dios ha dejado instituido como sagrado, me refiero al matrimonio, al cual la mayoría llegamos sin poner a Dios en medio para que lo santifique y lo guarde.
Dios instituyó el matrimonio, no quiso que el hombre estuviera solo y dijo Dios “No es bueno que el hombre esté sólo, le haré ayuda idónea para él” Gen. (2:18); “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Gen. 2:24), al ser una sola carne, ya no se piensa como dos, sino como uno, sin egoísmo, compartiendo cada uno lo mejor de sí para dárselo al otro y complementarse, y sólo de esa manera el matrimonio funciona mejor, pues no sólo no hay egoísmo, sino que tampoco hay envidia, ni secretos, pues son uno, para que no se rompa esa unión.
La siguiente fecha que escribo es la fecha donde me definí para ser hija de Dios, acepté con plena convicción al Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador, el 20 de Septiembre de 1986, seis meses después de haber llegado a la iglesia y estarme congregando, esta vez no lo hice cuando el Pastor hacía la invitación de aceptar a Cristo, me acordaba que cada vez que lo aceptaba no le daba continuidad a mi vida espiritual y ese día, desde que desperté me dije. Hoy voy a pasar a aceptar a Cristo y sucedió que se llegó el momento en que el Pastor siempre hace la invitación y ese domingo no lo hizo y sin embargo, yo me levante y me dirigí al altar; el Pastor al darse cuenta de mi iniciativa dijo: la hna. Bertha acaba de escuchar la voz de Dios, y está obedeciéndola. ¡Qué momento tan especial!
Como no estar agradecida con Dios!, primero, sus cuidados a mi vida, en mi niñez, mi adolescencia y juventud; luego la restauración de mi matrimonio; la conversión de mi esposo al evangelio, el que mis hijos se hayan entregado a Dios desde que eran unos niños, todo esto no es más que una muestra del poder de Dios. El que mi esposo, tuviera un encuentro genuino con la persona de nuestro señor Jesucristo trajo muchas bendiciones espirituales a nuestro hogar.
Para terminar, quiero expresar también mis agradecimientos a usted, que se ha tomado el tiempo de leer mi testimonio personal. Dios es el que transforma nuestras vidas y mientras estemos con vida, aprovechemos bien el tiempo, pues vale la pena INVERTIR nuestro tiempo, todo lo que tenemos para Dios nuestro Padre Celestial.
Hna. Tita de Martínez
OVEJA AGRADECIDA
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