Señor, aquí está Juan
Cómo pase el tiempo!
Hace 43 años, cuando contaba con 21 años de edad, la Empresa donde laboré, me tomó en cuenta para incorporarme en una capacitación de Recursos Humanos.
Nuestro maestro fue el famoso escritor, periodista y fotógrafo Don Carlos PohL ( 1925-2000) y uno de los Libros mas conocidos es RETAZOS.
Recuerdo algunas de las dinámicas para que se nos quitara la pena de hablar en público: cada uno pasaba a hacer todo tipo de muecas también decir cierta frase en diferentes formas: llorando, gritando, carcajeándonos.
Cuando se aproximaba la fecha de graduarnos, el señor Pohl hizo un concurso: dijo que iba a premiar al que contara una anécdota de nuestra infancia. Fui la ganadora y me regalo el Libro RETAZOS. Lo recomiendo, muy aceptable su contenido.
Para muestra, un botón y me voy a tomar la libertad de transcribir una de sus anécdotas, la cual tiene por título:
Cuentan de un campesino, que antes de ir a
su diaria jornada, entraba al
templo del pueblo, y se tiraba de panza , y decía:
Señor, aquí esta Juan.
Con el correr de los años, siguió haciendo lo mismo; con la cuma en la mano, pasaba a presentarse
delante de Dios, antes de comenzar su
tarea.
Llegó el día que Juan expiró y cuando
llegó al cielo, fue recibido por un ángel quien dirigiéndose
a Dios le dijo:
Señor , aquí está Juan.
Amado lector:
La actitud de Juan es digna de imitar. Cuando nos proponemos a darle la prioridad a Dios, somos conocidos en el ámbito celestial. Esta anécdota logra visualizar la importancia de darle a Dios el puesto que El se merece en nuestra vida: Amarlo con todo nuestra Alma, con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas.
Deseo resaltar la manera que usó Juan para presentarse delante de Dios, cada día de su vida: llegar al templo y tirarse de panza.
Esta parte es la que me impulsó compartir esta historia, porque me hizo recordar lo siguiente: cuando estaba recibiendo quimioterapia, le decía a los hermanos de la iglesia que de esa manera (de panza) deberíamos de permanecer durante el tiempo de la prédica. Porqué? ah, es que cuando tenemos una enfermedad de ese calibre, valoramos la vida.... NOS DAMOS CUENTA que todo lo que nos rodea es vanidad, es pasajero, deben ocupar un segundo lugar.
Por eso, cuando estamos sanos, deberíamos mantenernos de panza, ( postrados ) delante de DIOS en señal de reconocer SU GRANDEZA y un genuino agradecimiento por tenernos con salud.
Bendiciones.
Bertha Mendoza de Martínez
Qué bonito!
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